La Impresora Asesina (Eva Bonet)

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Mi madre se tiraba pedos en los sitios que ella decía nos habían tratado mal, pensaba que así soltaba las malas energías y de paso se quedaba a gusto. Como ya había vivido la situación alguna que otra vez, reconocía perfectamente su expresión cuando el "hecho" sucedía.
Recuerdo el día que la acompañe a su trabajo, orgullosa me enseño de arriba a abajo la oficina donde limpiaba por horas.

Saludé educadamente tal como me había aleccionado desde el día anterior a cada uno de los trabajadores, a los hombres estrechándoles la mano y a las señoras con dos tímidos besos en la mejilla, entonces, en plena presentación formal, apareció Don Alvaro, engominado, con un traje azul oscuro implecable, zapatos brillantes, reloj de oro, afeitado hasta lo imposible, con sus 26 años a cuestas y sus ganas de ascender pesara a quien pesara, vió en ese "lapsus" laboral, la oportunidad de demostrar todo su poder delante de sus subordinados, humillando a mi madre mientras con un tono de gallito desafinado le advertía que tales confianzas no las admitiría en sus oficinas, y que si volvía a suceder se vería obligado a prescindir de sus servicios, mientras le arrancaba de la mano la tarjeta de acceso a las instalaciones.

Mi madre, la pobre, fue enrojeciendo a medida que al otro se le subía el pavo, el resto con orejas gachas y mentón fruncido volvieron a sus puestos, sentí como quería fundirme y desaparecer..., y en ese momento...sucedió.
Un olor identificable para mí, invadió el ambiente, mientras la rojez en la cara de mi madre desaparecía y una media sonrisa se dibujaba en sus labios, D. Alvaro, empezó a asfixiarse, sudar, y en un intento desesperado de coger aire, se desabrocho la pulida corbata de Armani, solto el botón de su impoluta camisa blanca, abrió la boca y con un sonoro estertor, murió... 

Mi madre no era una inculta, al contrario, le encantaba aprender, había cursado estudios, no le gustaban nada las faltas de ortografía, sabía como comportarse en cada momento, le encantaba la gente educada e ingenuamente creía que una sonrisa calmaba a cualquier fiera y que la coherencia junto con el respeto eran las dos palabras más bellas de todos los diccionarios.

Pero como otras tantas mujeres, cometió el gran error de su vida, se enamoró, y entonces olvido ser ella y pretendió pasar a ser "nosotros", creyó formar parte de un equipo con la confianza ciega de un niño deslumbrado echo toda la carne en el asador como se dice, siendo ella la que se quemó. Creyó que si actuaba dando confianza, aportando lo que sabía al cien por cien, y más cada día, los beneficios serían altos.

Como la persona que era y sabía, hacía felices a los de su alrededor aún cuando la realidad no cumplía su parte del contrato, entonces como en un oasis de calma, acudía a sus recuerdos, recuerdos dorados y brillantes de momentos ya pasados que la ayudaban a seguir alzando la cabeza y a esbozar una cada vez más tenue sonrisa en sus ojos.

Sus ojos, porque ella tenía los ojos más hermosos del mundo, ojos que transmitían alegría, amor, no eran de ningún color extraordinario, verdes, con toquecitos marrones encuadrados por largas pestañas, tan expresivos en todas sus emociones, con la luz de los ojos infantiles que te dicen:

- eh¡ vamos a conquistar el mundo, y luego nos comemos un helado.

Pero al igual que esos recuerdos dorados, que de tanto usarlos se vuelven opacos y deslucidos, esos ojos hacía ya tiempo que no brillaban con tanto esplendor.

Al caer al suelo, D. Alvaro, se golpeo con la cabeza en una esquina de la mesa que tenía al lado, se oyo una especie de chasquido y la sangre empezó a brotar como una fuentecilla en su sien izquierda, en la caída, arrastro una impresora que en ese momento escupía de su boca el impuesto de sociedades que había que entregar ese día sin falta, dentro de apenas dos horas para ser más exactos, los empleados retrocedieron de su escapada corriendo para sujetar el venerado trasto, pero lo inevitable ya había sucedido, el documento estaba todo manchado de sangre y se tendría que imprimir de nuevo.

Doña Tecla, la hija del dueño, dió un grito que resono en todo el despacho:

- Ayyyy¡¡¡¡ que no lo vamos a entregar a tiempo¡¡¡

Pasado el momento de estupor general a alguien se le ocurrió decir:

- ¿ Don Alvaro? 

En ese instante, después de dejar encima de la mesa con sumo cuidado a doña HP INJECK PLUS, la atención se centro en el pobre polllino engominado que extendido en el suelo con los pies enrollados por toda clase de cables permanecía inmóvil con cara de evidente sorpresa:

- ¿ Como he llegado hasta aquí?, pensó,

y en esa fracción de milésima de segundo su vida paso por su mente como si de una pelicula a alta velocidad se tratara, vió su vida de niño bien, a toda su familia, estirados y orgullosos, envidiosos, vacíos, pensó en lo que se perdía,  con un dolor inmenso de fustración, soltó sus últimas palabras:

- Hoy tenía que recogerlo, el BMW, con sus asientos de cuero y acabados en aluminio, con su cambio automático última generación, sus llantas diecinueve, y el mejor equipo de música del momento, ya no podré sentirlo entre mis manos, ya no podré estrenarlo - Y así tal cual, murió.

Mientras, yo, escondido tras un gran monitor, observaba todo como en una pelicula, viendo pasar una tras otras todas la escenas y a esos actores con su papel bien aprendido siguiendo el guión.

Atención: Claqueta, escena quinta, acción.

Doña Tecla, ajustándose las gafas se giró hacia el director comercial, que al igual que todo el mundo disimulaba  su gran indiferencia y mayor fastidio, y cogiendo un paquete de papel reciclado intentó parar la hemorragia, claro esta sin ningún éxito, al tiempo que detrás mío la recepcionista con los cascos puestos para atender las llamadas de la centralita decía con voz clueca:

- Mira que le advertí  que ese papel que nos hacía comprar no era de buena calidad, pero como una es tonta.

D. Alfonso, el director comercial, seguía intentado evitar que la sangre manchara la moqueta que cubría todo el suelo,  y sin moverse ordenó a su jefe de ventas, D. Manuel que llamara rapidamente a una ambulancia.

La directora financiera, aún con el te del desayuno en la mano, saltó agilmente por encima del muerto y llamó a sus pupilas para que desenchufaran la impresora y desenredaran los cables que se habían quedado revueltos a los pies de D. Alvaro, y que después, sin falta, desde otro ordenador fueran imprimiendo el impuesto.

A todo esto, mi madre impávida contemplaba la escena como si la hubiese calculado de antemano, sin sorpresas, sin expresión, inmóvil sin mirar a nadie solamente a la moqueta, preguntándose como lo haría para quitar la sangre del todo, inherte con los brazos a ambos lados del tronco.

Ris, rassss, ris, rasssssss, ris rassssss.

Media hora y el impuesto estaría listo para entregar, la calma había llegado a todo el personal, llamaron a una ambulancia, a la policía, y mientras llegaban para distraerse del impacto, volvieron al trabajo, hasta mi madre fue a buscar un producto de limpieza al almacén.

Yo, detrás del parapeto del monitor era el único que miraba al pobre hombre que con la boca abierta y ojos ya vidriosos, seguía con aquella cara de decepción, y pensé:

No quiero ser como tú, no quiero ser como tú, no quiero ser como tú.... 

A Don Alvaro, no lo quería nadie, y no porque no se lo hubiese ganado a pulso, su insolencia, mala educación, peloterismo, y prepotencia habían machacado a cuantos se habían puesto por delante suyo, siempre de menor rango por supuesto, hasta se podía decir que disfrutaba con ello, un sociopata plusmarquista, armani, dolce, sebago, todo un disfraz que no cubría para nada su inutilidad profesional.

Entró en la empresa por ser el hijo de un amigo íntimo de un amigo del dueño absoluto D. Luis, no solo era un negado, sino que además era una especie de rey Midas invertido, ya que si bien en la leyenda griega Midas convertía todo en oro, este lo convertía todo en "mierda", mierda empresarial, o sea, pérdidas, objetivos incumplidos y empleados insatisfechos que además aprovechaban para robar todo lo que podían mientras esperaban encontrar otro trabajo, un desastre, que todo el mundo sabía, conocía, y por miedo escondía. El hijo/amiguísimo no solo era tonto sino además un obtuso total, hasta en ese momento todo el mundo pensó:

- Mira que tropezar con el cable de debajo de la mesa y no sujetarse con la mano al caer.

La policia llegó con todos sus bartulos a lo CSI, dispuestos a tomar huellas y dejar el despacho lleno de ese polvillo negro tan incómodo, con líquidos extraños que descubrían la sangre aún cuando pareciera limpio, grabadoras y cámaras de fotos, empezó el interrogatorio:

Uno a uno fueron preguntando a los testigos del suceso, cuando, como, donde, las respuestas eran unánimes,

- Yo estaba de espaldas, me dirigía a mi mesa, no ví nada, era un buen hombre.

Los directores y dueños, desconsolados:

- Era tan trabajador, tan inteligente, amable, educado con todo el mundo, lo echaremos de menos.

Fue una mañana dura, mi madre, como los demás fue interrogada, también sola en la sala de reuniones que se había convertido en improvisada sala de interrogatorios.

- Ud. lo vió, estaba enfrente de él, no notó nada extraño, ¿algún indicio que le llamara la atención? 

- No, no la verdad que en ese momento él estaba llamandome la atención ya que con un exceso de confianza por mi parte, me he permitido traer a mi hijo, entre otras cosas, sabe Ud. hoy los colegios cierran por fiesta y no he encontrado a nadie que lo cuidara, pensé que no pasaría nada por una vez, pero parece ser que no esta permitido y Don Alvaro, muy correctamente, me estaba informando de mi equivocación mientras yo le entregaba la tarjeta que tengo para acceder a los despachos.

- ¿ Como es que tiene la corbata suelta, alguién se la quitó, o intentó ahogarle con ella?

- Dios me libre, al contrario, fue él mismo cuando al empezar a ahogarse intentó desabrochársela, la verdad fue todo tan rápido que ninguno intervino, fueron segundos,¡que horror, que horror, que desgracia !.

Y así, durante un buen rato, al final la dejaron salir;

Ris rasssss, ris, rasssss, ris raaaassss

La impresoras, imprimían, los ordenadores seguían guardando, archivando, recordando, los empleados mirando fijas las pantallas como si de esa manera se volvieran invisibles.

Doña Tecla se acercó a mi madre y le pidió si al día siguiente, cuando todo hubiera pasado, y si la policia lo permitía podría quedarse por la tarde para limpiar la moqueta y que quedará sin manchas.

- Pero Señora, la interrumpió mi madre, - Si no me equivoco D. Alvaro me rescindía el contrato mañana mismo, por eso había traído a mi hijo para despedirme de Uds. no sabe cuanto me dolía, estoy tan bien aquí, pero entiendo que el presupuesto es el presupuesto, y estamos en época de crisis y hay que recortar gastos.

- !Ah¡ si eso, bueno, no se, ya sabe que él era muy discreto con sus asuntos, pero por el momento lo dejaremos todo como esta, con este susto justamente ahora no estamos para cambios a fin de cuentas estamos contentos con tu trabajo.

La autopsia confirmó el fallecimiento:

" Muerte por asfixia debido a la ingestión, aspiración o contacto con una sustancia altamente alérgica para el sujeto, crema de cacao"

El sepelio y entierro fue rápido, sigiloso e íntimo, solo la familia, todo el mundo tenía algo que hacer ese día y a esas horas, apenas una corona de flores de parte de la empresa:

- Tus compañeros no te olvidaremos " cabrón ", claro esta que la coletilla no estaba impresa en la cinta pero si en el pensamiento de todos.

Una semana más tarde, mi madre volvió del trabajo, era un día lluvioso y frío, pero me gustaban esos días, estar en casa, caliente y esperandola a ella dedicándome como siempre y a pesar de todo su mejor sonrisa.

- Que tal cariño, ¿y el cole, como ha ido hoy?.
- Bien, sin novedad en el frente, aburrido, de verdad que no entiendo porque tengo que ir.
- No hagas que me enfade, ya hemos hablado de ello, es importante estar preparado, cuanto más preparado más oportunidades.
- Y si no, conoces a alguien y te enchufa, como aquel tipo, el muerto.
- Pssss, no hables mal de un muerto, no es educado, por cierto, que hoy fijate que tonta me he dejado la tarjeta de acceso y me ha tenido que abrir el portero, menos mal que me conoce y no ha habido ningún problema.
- Sí, ya la he visto, la tenías encima de tu mesita de noche, ¿y sabes que?, he tenido que frotarla con un trapo, porque resbalaba, se me ha caido al intentar cogerla, y luego lavarme las manos porque hacía un olor raro.
- ¿Olor raro, a que te refieres?.
- Sí, un olor a lo que usas tu por las noches en los labios para que no se te sequen..., como se llama, ahhh¡¡¡¡ Crema de Cacao.

Dedicado a todos los D. Alvaro

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