UNA VISITA INESPERADA (Agustín Rueda)

martes, 10 de enero de 2012

Continuación
UNA VISITA INESPERADA
Espigada, de labios carnosos perfilados de rojo pasión, caminaba sobre sus altos zapatos de tacón de aguja. Sus pasos eran atrevidos armoniosos dándole a su figura un aire distinguido, dominando la situación. -Por favor pase a la salita de estar y utilice el teléfono que queda a la izquierda de la mesa que está en el extremo derecho de la estancia y tómese el tiempo que precise dije yo intentando mostrarme educado y cortés. Ha… Le pido disculpas por no haberme presentado aun, soy Ismael dije le dije entornando la puerta de la salita y esbozando una leve sonrisa.
Dirigiéndome al salón para hacer tiempo, me puse a repasar un álbum de fotos de familia, allí estábamos los cuatro felices, Alba los niños y yo, eran las vacaciones del año anterior, como los echaba en falta, fue divertido nuestro viaje a Paris, pero sobre todo, los dos días que pasemos en Disneylandia. Los niños lo recordarían toda la vida. Escuché pasos por el pasillo, asomándome a la puerta vi que Isabel se acercaba con gesto contrariado – ¿Qué tal le ha ido con esas llamadas¿ le pregunte – - Tengo problemas – mi dijo, por ser viernes el taller que acostumbro a llevar mi coche este cerrado y no me cogen el teléfono, y mi marido tiene una cena de negocios con sus superiores, y no puede excusarse, me dice que es importante asistir a ella y que sintiéndolo mucho no puede acudir a recogerme debido a la hora que es y los kilómetros que nos separan, vendrá por la mañana a primera hora. No quisiera abusar de su amabilidad pero si fuera tan amable de dejarme una manta descansare esta noche en el coche. Por un momento me quede meditando, no podía permitirlo, aunque todavía era verano las noches en aquel paraje ya eran fría. Pensé en Alba, ella jamás hubiese permitido que no le diera cobijo y la dejara abandonada a su suerte – De ninguna manera le respondí de pronto, mi mujer me lo recriminaría toda la vida si permitiera tal cosa. Y no acepto una negativa por respuesta, dormirá en casa en el dormitorio de la niña – está bien dijo agradezco su generosidad pero no quisiera abusar de su hospitalidad. – Nada no hablemos más y entremos en casa dije yo cogiendo una pequeña maleta que llevaba en el maletero. Bien querrá ponerse cómoda y descansar después de conducir tantas horas. La hice pasar a la sala, puede ojear lo que le apetezca entre tanto voy a buscar una toalla de baño, supongo que le sentará bien una buena ducha en el cuarto de baño encontrará gel y todo lo necesario. -No sé cómo agradecerle el agravio que le va a causar mi presencia es usted muy amable. – Es norma entre las personas civilizadas ayudarse los unos a los otros cuando las cirnscuntancías lo requieren, dije yo alejándome de ella para ir en busca de una toalla de baño. De vuelta con lo requerido me la encontré observando una pintura que teníamos colgada en la pared, un par de caballos negros, una amazona ataviada con traje para tal ocasión y un caballero vestido con un traje campero intentando dominar su cabalgadura que al parecer se le había encabritado. – Al darse cuenta de mi presencia se volvió diciéndome, bonita pintura, parecen reales si te fijas hasta parece que tienen vida. – Si dije yo aproximándome lo compro Alba en un viaje que realicemos a Hamburgo el año pasado en realidad son preciosos. Le ofrecí la toalla enseñándole donde estaba el baño. Sacó ropa de su maleta .Mientras usted toma el baño y siendo la hora que es preparare algo en la cocina. – Le estoy causando demasiadas molestias. - No se preocupe por mí que yo con cualquier cosa paso dijo Isabel cerrando la puerta del baño. Me introduje en la cocina, por suerte antes de salir de la ciudad me pase por un supermercado y había repuesto la despensa pensando en el fin de semana encendí el horno y introduje la lasaña que había comprado para el sábado ya que el domingo tenía pensado ir a la ciudad a comer con unos compañeros de trabajo. Estaba distraído untando rebanadas de pan tostado con paté cundo la presentí tras de mi me gire y lo que vi me lleno de gozo estaba preciosa con un perfume fresco de suave aroma su larga cabellera hacia un contraste agradable con su camisa de seda blanca lucia un escote que si no era exagerado si entraba en el término generoso la falda lisa de color marrón.- Siento ocasionarle tantas molestias me dijo entreabriendo los labios intentando sonreír.- De ninguna manera le dije abriendo el horno haber como está la lasaña espero que no esté quemada. Dadas las circunstancias creo que debiéramos tutearnos no le parece. Por mi no tengo ningún inconveniente creo que sería lo correcto. Le falta unos minutos le dije cerrando la puerta del horno. – Que te parece si cenamos en la sala de estar después de cenar podemos ver una película. -Como quieras te recuerdo que esta noche soy tu invitada.- La cena está lista dije terminando de dar los últimos toques al plato que estaba preparando.
A cientos de kilómetros Alba intentaba conciliar el sueño la noche se la hizo especialmente larga, estaba intranquila, había fantasmas en sus sueños, intentaba alejarse de ellos pero volvían una y otra vez, la cama le resultaba fría solitaria se echó la bata por los hombros y fue a visitar a los niños que descansaban en sendas dormitorios contiguos. Los niños dormían plácidamente con una respiración compensada. Los primeros síntomas de que la noche desaparecía la encontraron en la cocina, frente a una taza de café ya frio, el cielo estaba sucio, una espesa niebla lo hacía invisible enturbiando el ambiente, buscaba la raya que a lo lejos lo une con la tierra como se unen dos vidas que las cruza el destino pero aquel día no la encontró.

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