LO QUE SE SIENTE POR UN HIJO (Sara Fernández)

jueves, 29 de noviembre de 2012


No atravesábamos una buena época por aquellos entonces, hacía dos meses habíamos perdido a nuestro único hijo en un accidente de moto a pocos kilómetros de casa, estaban a punto de deshauciarnos, debido a que mi mujer al coger la baja por depresión fue despedida y tampoco teníamos las fuerzas suficientes como para recurrir a ningún sitio, sólo teníamos mi humilde sueldo de brigadista del Ayuntamiento, y alguna ayuda que nos facilitaba la Asistenta de nuestra población, pero contadas veces y de manera muy escasa. Lo entiendo, somos muchas personas las que actualmente estamos pasándolo muy mal económicamente... pero es que a nosotros se nos ha juntado tantísimas cosas. Yo, intento ser fuerte, no mostrar debilidad, pero no puedo negar que cuando ella no está, lloro a escondidas, por lo que más nos duele, la pérdida de nuestro único hijo.
Eran las 18 horas de la tarde cuando abrí la puerta de la que todavía era nuestra casa, me dirigí al comedor, y allí estaba mi mujer, su semblante triste, mirada perdida, parecía, como si una vez más hubiera estado llorando. Llevaba puesta la bata que le regalé hace dos días, para el día de su cumpleaños, y las zapatillas a juego. Llevaba dos meses sin vestirse, sin salir a la calle y sin querer recibir visita. Por supuesto, no sabía nada del deshaucio. Al verme, se incorporó despacio des de el sofá donde se hallaba, y se mantuvo en pie unos instantes. Ahora su mirada se dirigía hacia mi, y yo, no como acostumbraba a pasar, intuía un cierto brillo en sus ojos... me estaba esperando. Inmediatamente y antes de que pudiera abrazarla, se desplomó. Cayó al suelo como un saco sin que pudiera sostenerla... y me percaté de lo sucedido. En la mesita, al lado del sofá, había lo que más me temía, el frasco casi vacío de los tranquilizantes y antidepresivos que el médico le había recetado... no se como pudo encontrarlos, pero lo hizo. Indudablemente no tardé ni medio segundo en llamar a una ambulancia, y me fui con ella al hospital.
Ahora, después de todo el proceso de desintoxicación, está fuera de peligro
Ahora descansa y observo como su pelo, cae sobre sus hombros y sus manos sobre su regazo. Permanece inmóvil, mientras plácidamente respira, como si estuviera dentro de un sueño de paz. Nunca antes me había parado a observar su belleza, la serenidad que ahora desprendía, lo bella que era, ni tampoco paraba en pensar en la suerte tan enorme que había tenido en encontrarla en mi camino.
Mientras observaba inmóvil a mi mujer, ella dulcemente abrió los ojos y me miró.
Ahora, ella se recupera lentamente, gracias también a la ayuda de un psicólogo y un psiquiatra especialista en estos casos, donde yo también voy...
Estoy a su lado a cada momento, y cada segundo que pasa, con mi mano enlazándose con la suya, no quiero perder a nadie más a quien quiero.
Ya han pasado tres meses, ya nos han dicho los médicos que pronto volveremos a casa, y que ahora el seguimiento lo haremos des de allí, con todo el equipo de psicólogos, psiquiatras,etc. Me han dicho que ahora tengo un papel enormemente importante, cuidar de ella, cuidar de mi... empezando por algo que a ella siempre le ha gustado... por eso ahora, nada más llegar a casa, plantaremos geranios, sus flores preferidas, y de todos los colores además. No solo tienen que iluminar nuestras ventanas, ahora también deben intentar poco a poco iluminar su vida, porque si ella mejora, yo también cada día estaré mejor... Bienvenida Primavera!

NI mamà ni yo te olvidamos Félix, en cada uno de estos geranios está tu luz.

Te queremos y te querremos siempre.

Papà y Mamà.
Escrito por: Sara Fernández

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