EL COLOSO DEL MAR (Agustín Rueda)

miércoles, 3 de octubre de 2012


Con la nostalgia escrita en su rostro, y los ojos perdidos en el mar, sueña el hijo del farero.


Pasan las horas, pasan los días, pasan los barcos, los ve alejarse por la superficie del mar azul con una estela de espuma blanca, tan blanca y pura como su alma de niño.


Algún día, seré yo quien marque esa estela, ese camino que me llevara a todas partes capitaneare uno de esos gigantes del mar; atravesaré este y tantos faros como haya por el mundo, saludaré con entusiasmo desde mi trono de conquistador. Se cumplirán mis sueños, mis sueños de niño, mi sueño de hombre.


Y el tiempo pasó. Hoy, cuando atravieso el legendario faro, mi faro, !ay¡ está triste, pero aguanta como un invencible guerrero, o como un legendario fantasma que se aparece en la punta del espigón gritando a todo el que lo quiere escuchar:



- ¡Estoy aquí! 

Dice con su luz brillante giratoria, pero su tristeza es latente, le falta su alma le falta el farero y yo me alejo y me alejo dejando una estela de espuma blanca y me acuerdo de mis sueños y con tristeza de mi padre.

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