El niño estaba jugando
con sus juguetes de reyes,
su abuelo lo está observando
con sus ojillos cansados,
su mirada se ilumina,
y permanece callado.
Mira al nieto con ternura,
con nostalgia del pasado,
le vienen a su memoria
recuerdos muy olvidados.
Aquel cochecito rojo.
¿Me lo presta un ratito?
Mira que yo nunca tuve
en mi niñez un caballito.
Hubo un tiempo que sufría
cuando llegaban los reyes.
Mis zapatos miraba,
cuando aún no amanecía.
Siempre vacíos estaban.
Siempre quise un caballito.
Le llamaban de cartón.
Se lo pedía a los reyes,
con humildad e ilusión.
Hoy no lo entiendo, ya ves,
me gustan los cochecitos.
Cuando miro mis zapatos
no me caen el caballito.
De niño no me escucharon
y ahora que son tan ricos.
¿Por qué no me caen un día,
aunque sea un juguetito?
El niño mira a su abuelo,
acariciando sus manos,
le pregunta muy bajito.
¿Tu quieres jugar conmigo
aunque solo sea un ratito?
Sus tristes ojos cansados,
relucen como luceros,
coge en sus brazos al niño,
le susurra muy bajito,
hoy eres tu mi ilusión.
Eres mi gran juguetito.
Manuela Llera Ramos
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